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Casa del Artista- Palomino

  • Foto del escritor: Karo Colibri
    Karo Colibri
  • 20 feb
  • 2 Min. de lectura


Terminado el taller, cogí mi mochila, mi casa al hombro, la máscara venadística y todos los personajes que me bailan, y nos subimos en un bus directo a Palomino donde una comunidad de mujeres parteras, doulas, cuidadoras de la vida, danzantes, turistas, palomineros y seres autoindagadores de su propio misterio de existencia, dan la bienvenida en “La casa del Artista” donde todo se estaba disponiendo para danzar la Chiflada. Con un fuego de bienvenida daban espera a la llegada del público e iban activando un cálido círculo de bienvenida mientras disponía mi cuerpo y los elementos, una vez iniciada la danza, las miradas cómplices empezaron a hacer parte donde el fuego, las parteras, los árboles, el viento fresco de la sierra, y las risas de niños y niñas que se asombraban con la máscara fueron despejándose del entendimiento racional de la danza para ingresar en el entendimiento sensitivo, cada quien le hizo cacería a su experiencia de  observar esta danza desde las sensaciones, y fue desde allí como ese campo perceptivo se hizo más enriquecedor para la danza. “Puedo sentir como percibes y eso me alimenta”. Al Finalizar el sudor se mezclaba con las lágrimas, el cambio del desierto a la Sierra traía una fuerza interna  donde me sentía recién parida con un aliento nuevo y todas las parteras nutrían este parto que autocelebra la existencia. “¿cada cuánto nos agradecemos a nosotros permitirnos vivir lo que nos está siendo permitido vivir?” Estas mujeres mágicas levantaron una lectura sensible que también puso en reflexión a los hombres y turistas sobre este “realismo mágico” que vivimos al ser danza desde el lugar de darse a luz, sentían que la venada al danzar estaba pariendo paz, que la sangre estaba puesta en evidencia y empezamos  dialogar desde que tanto conocemos nuestra sangre, los códigos que por nuestra sangre habitan, códigos que necesitan ser despertados y dignificados, otros nutridos, otros limpiados y así ir curando el dolor de tanta violencia y propiciar creaciones cada vez más “rezadas” con un “sentido de vida”. Este intercambio de sensaciones nos alimentó mutuamente y quedaron con toda la investigación para leer y poder así permitirnos un futuro encuentro de profundización en la Decolonialidad Biopoética de la Danza y levantar más autoconocimiento en esa sangre de Madre Carne y sangre de Madre Tierra que corre por todas nuestras venas. El frescor llegó con viento de sierra y brisa de mar y así dejamos caer la noche de ensueño amaneciendo a nuestra más sincera voz interna que sueña el sueño que quiere despertar en un “Kintu” (ofrenda andina de coca al mar, un confieso caminado que se entrega en hoja de coca a territorios sagrados).







 
 

Contacto  de  Karo Colibri : Carolina Bejarano -  karol_86@hotmail.com -Whatsapp:+573166225408 

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